“A todos los niños y jóvenes que quieren crecer con libertad”
Había una vez, una caverna, donde se encontraban un grupo de
hombres, prisioneros de nacimiento encadenados de forma tal, que solo podían mirar
hacia el fondo de la cueva, una hoguera y figuras manipuladas por otros hombres
que proyectaban en esa pared todo tipo de sombras, para los prisioneros, las
sombras eran la única referencia del mundo exterior. Esas sombras eran su
verdad, eran su mundo, su realidad. Uno de los prisioneros era liberado y se le
permitía ver por fuera de la caverna, ¿Qué tanto tiempo le tomaría acostumbrarse
al exterior, después de toda una vida de encierro? Posiblemente su reacción sería
un profundo temor a la realidad, pero podía entender lo que era un árbol, el
mar, el sol. De esta manera, este hombre
descubre la verdad y pudo ver la realidad tal cual es, no como la hacían ver
esos hombres que manipulaban las figuras en la caverna, pudo entender el gran
engaño que era la caverna. Pudo discernir entre el conocimiento, la ilusión y
la realidad. El prisionero entra de nuevo, al interior de la caverna para
"liberar" a sus antiguos compañeros de cadenas, lo que hace que éstos
se rieran de él, lo consideraban un loco. El motivo de la burla sería afirmar
que sus ojos se han estropeado al verse ahora cegado por el paso de la claridad
del Sol a la oscuridad de la cueva. Cuando este prisionero intenta desatar y
hacer subir a sus antiguos compañeros hacia la luz, éstos son capaces de
matarlo y que efectivamente lo harán cuando tengan la oportunidad, con lo que
se entrevé una alusión al esfuerzo de ayudar a los hombres a llegar a la verdad. (Platón)
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