lunes, 9 de diciembre de 2019

El nuevo ser humano


Hace un milenio o hace un siglo los humanos no se inquietaban como sería el ser humano en el futuro. Para estaba la ficción. Para eso estaba Frankenstein. En la actualidad, el ser humano se pregunta ¿Cómo será el ser humano del futuro? Para algunos cambiar la esencia del ser humano y la tierra es negativo, pero para otros es positivo, incluso generar otras formas de vida (robots).
La ciencia crece, el ser humano cambia, y nuestra conducta se ha modificado. Los conocimientos (tecnología que nos mantiene comunicados todo el día, ciencia capaz de crear bombas atómicas y robots humanizados), las actividades que desarrollamos (modificar el medio ambiente, modificar los alimentos, contaminar, deforestar), así como la imposición de un mercado en todas nuestras actividades (rentar úteros, vender riñones, vender córneas, prostituirse para estudiar), aunque algunas no sean conductas nuevas, su magnitud y poder aumenta sin freno. Esas actividades han cambiado el “esqueleto ético” de los seres humanos.
Esqueleto ético se refiere a los valores -solidaridad, compasión, altruismo, solidaridad, justicia- que rigen la vida de las personas y a las interrelaciones que la misma establece con el otor, con los otros, con la sociedad y con la madre tierra. No existen determinantes genéticas para ser o no ser una persona moral, no se han descrito aún, y tal vez no se describirán cromosomas o genes encargados de codificar comportamientos éticos o poco éticos. Un cromosoma ligado a la corrupción, uno ligado a la violación y otro más a la asociación delictiva.
El ser ético se mama en casa, en los primeros años de la vida, se afina en la infancia: al jugar en la calle con niños, de preferencia, pertenecientes a clases sociales diversas, culturas diversas, razas diversas o religiones diversas; se moldea al escuchar como los padres se dirigen a otras personas, y, finalmente, se construye en la escuela, sobre todo, durante los primeros años. En síntesis, el tejido social ya lo decía Mark, determina el esqueleto ético y la conciencia de las personas.
La cuestión es, ¿Cómo será el ser humano del futuro? ¿Cómo será su esqueleto ético? El entorno actual es desolador. Ejemplos de sus modificaciones sobran. Matar no es suficiente, es necesario decapitarlos o descuartizarlos. Vejar inmigrantes no basta, se requiere violar a las mujeres y asesinar a quienes no cubran sus cuotas. Prostituir infantes y jóvenes es una realidad mundial para fomentar el turismo. Crear términos como desaparecidos o homeless es imprescindible. Ultimar desconocidos a manos de radicales extremistas de origen musulmán se ha convertido en una cotidianidad (casi).
El fracaso es evidente. Ni las religiones ni los mercados ni la política ni la ciencia ni la educación han servido para detener la depauperación moral de nuestra especie. El tejido social se ha roto en múltiples sitios. Recomponerlo es necesario ¿Es posible? No lo creo. Cuando se cavila en ética, los saberes y los conocimientos acumulados de poco o nada sirven. Cuando se observa el mundo sobresalen los Trump, los Putin, los Maduro, los políticos mexicanos…
En mi juventud se hablaba de despersonalización y alienación (proceso mediante el cual el individuo o una colectividad transforma su conciencia hasta hacerla contradictoria con lo que debía esperarse de su condición). Alienar y despersonalizar es labor sencilla cuando el esqueleto ético se ha debilitado, sin el, no hay voluntad ni suficientes elementos sociales para luchar contra la corriente. Escapar de lo que se ve y de lo que se escucha no es posible: el ser humano tiende a mimetizar. En la infancia, las redes sociales imprimen sus huella en las conductas y en las redes psíquicas de los niños. En la actualidad, el periodismo 3.0 se levanta como juzgador, dictamina y califica las conductas humanas, y, en bastantes ocasiones, sin sustento.
La voracidad de los dueños del mundo, de quienes dirigen la economía, de quienes imponen fanatismos religiosos, de quienes imponen tendencias sociales, o de los grupos que crean gobiernos independientes dentro de otros gobiernos como es el caso del narcotráfico, se reproduce cuando no hay elementos éticos individuales y comunitarios para responder. Dotar a las personas y la comunidad con argumentos morales para impedir que triunfe la alienación debería ser la apuesta. El poder de los mercados, económico, tecnológico, religioso y el del narcotráfico supera con creces las respuestas éticas de la sociedad.
¿Cómo es y como será el ser humano en el futuro no lejano? No existen recetas mágicas para contrarrestar la realidad. La única solución es contagiar y divulgar los valores éticos desde la primera infancia. Intentarlo, aunque se difícil o imposible, es obligatorio. El nuevo ser humano ya es una realidad, aunque su esqueleto ético tiene incontables fracturas, profundas e incurables. -Arnoldo Kraus-

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