Vivimos en una
época de profunda crisis escolar. Nuestros niños se encuentran al final de la
cola en lectura, escritura y aritmética. Decimos que ellos no tienen la culpa,
y actuamos como se nos ha enseñado a actuar, que cuando algo no sale como se había
planeado, buscamos responsables en otro lugar, que, en este caso, el maestro es
el culpable de que los niños no se encuentren bien en matemáticas o en cualquier
otra asignatura.
La economía
mundial, globalizada, narcotizada por el apabullante consumo de mercancías, el
acaparamiento de riquezas, aun por los mismos guías espirituales que se montan
en rampantes riquezas. Se muestran conmovidos por el sufrimiento, el dolor y la
laceración del ser humano, pero poco hacen, o nada por el alivio de las penas
de sus feligreses, al contrario; les drenan hasta el último céntimo dizque para
compartir con el prójimo y limpiar su conciencia.
Se han incrementado
los suicidios en adolescentes. En el mundo, el setenta por ciento de los nuevos
matrimonios duran menos de cinco años. Algo debe ir mal con seguridad. La
crisis en nuestras escuelas es el reflejo de una crisis social más amplia.
Parece que hemos perdido nuestra identidad, aunque en el laberinto de la
soledad de Octavio Paz señala que no tenemos identidad. No se puede perder lo
que nunca se ha tenido.
Niños y ancianos son encerrados, unos en
guarderías, otros en casas hogares, aislados de lo que sucede en el mundo;
pasado y futuro viven extraviados en el desierto del tiempo, la vida actual consiste
en el presente que se mueve de manera continua y vertiginosa. Un mundo sin
pasado, está condenada a repetir los errores en el futuro. ¿Puede hablarse de
comunidad?
Vivimos en redes, en el
claustro de nuestras oficinas, o de nuestros despachos, lanzamos críticas desde
una computadora, movemos recursos a través del internet, y nos felicitamos
desde la pantalla del ordenador con una plataforma llamada Facebook. Todos los
que conozco están solos por eso. En cierto modo la escuela, no la
educación, tiene mucha responsabilidad en este modelo trágico de “convivencia”
abierta y permanente. ¿Puede esto llamarse interacción?
Las escuelas son utilizadas como un mecanismo de
selección de los niños, lo que facilita la creación de un sistema de castas,
con el consecuente reforzamiento del abismo que se extiende entre las clases
sociales, atestado de intocables todas ellas. Ya no solo se trata del deseo de
querer estudiar, sino del poder estudiar, y este “poder estudiar” está
supeditado al requisito fatuo del nuevo ordenamiento que se ha erigido como
supremo tomador de decisiones, como: la compra de “guías” para ingresar a…, al
pago de “curso para aprobar el examen de…, cursos propedéuticos… entrevistas -
¡En inglés! -… recomendaciones… un
primer examen… un segundo examen… y ¡Un examen definitorio! Para que
finalmente, en este estado de grave deterioro social y de profunda devaluación
académica, ya nadie cree que los políticos son enseñados en clases de ética y
civismo.
Haciendo un recorrido por numerosas escuelas,
centros escolares o colegios, así como por mis años escolares, la verdad es que
las escuelas enseñan poco, o no enseñan nada que sea acorde a la realidad. La
historia de México está repleta de “hombres ilustres”, “grandes patriotas”, o
“mexicanos ejemplares”, pero, si aquellos hombres eran grandes mexicanos, ¿Por
qué los persiguieron y asesinaron? Esto siempre ha sido un gran misterio para
mí, y ahora es un misterio para algunos estudiantes, pero se entiende, como se
entiende que los miles de trabajadores que se mueven diariamente entre las
aulas y los pasillos de las instituciones educativas, lo hacen de una manera
mecanizada donde la abstracción ha vencido de una manera aplastante a lo
concreto. Lo que sí creo es que las instituciones nos enseñan a obedecer
órdenes, y a llegar puntual a los colegios. Basta pararse una mañana frente a
un colegio, para poder ver en todo su esplendor la escena trágica que forman
los niños llorosos, los niños con mochilas de 30 kilos de útiles, y la escuela
psicópata que suena la campana anunciando que pronto cerrara sus puertas.
¡Córrele que te quedarás fuera!
Honestamente, no creo que nos libremos de las
escuelas en un futuro cercano, pero si debemos cambiar lo que se está convirtiendo
en un desastroso generador de ignorancia, entendiendo inicialmente que la
institución educativa escolariza, pero no “educa”. No es la culpa de los malos profesores,
tampoco lo es el poco dinero que invierte el Estado, solo que es imposible que
la educación y la escolarización alguna vez puedan ser la misma cosa. Las
escuelas fueron diseñadas con la finalidad de dirigir las masas. Las escuelas están diseñadas para producir, a
través de la aplicación de fórmulas, seres humanos estandarizados cuyo
comportamiento pueda ser predecible y controlado.
Nuestro sistema de enseñanza obligatoria es un
invento del Estado de Massachussets hacia 1850. Fue resistido – a veces hasta
con las armas por un considerable 80% de la población de Massachussets- con un
último reducto en Barnstable On Cape Cod que no entregaron a los niños hasta la
década de los 1880 cuando la localidad fue asediada por el ejército y los niños
marcharon a la escuela escoltados.
Aquí tenemos un curioso dato para meditar. La
oficina del Senador Ted Kennedy ha sacado un estudio no hace mucho indicando
que antes de la educación obligatoria la tasa de alfabetización en el estado
era del 98% y que después jamás volvió a alcanzar el 91%, donde se mantiene en
1991. Espero que les sirva.
Aquí hay otra curiosidad sobre la que pensar. El
movimiento de “escuela en casa” ha ido creciendo paulatinamente hasta un tamaño
de un millón y medio de jóvenes que son educados por completo por sus padres y
sus comunidades.
El último mes la prensa educativa
reportó la increíble noticia de que los niños escolarizados en casa parecen
estar entre cinco y diez años por delante de sus compañeros escolarizados
formalmente en su capacidades cognitivas.
No creo que nos libremos de las escuelas en un
futuro cercano, no ciertamente en lo que me queda de vida, pero si hemos de
cambiar lo que se está convirtiendo en un desastre de ignorancia, hemos de
entender que la institución educativa “escolariza” muy bien, pero no “educa” –
algo por completo inherente al diseño organizacional.
No es la culpa de los malos profesores o del poco
dinero gastado, es que es imposible que la educación y la escolarización puedan
llegar a ser alguna vez la misma cosa.
Las escuelas fueron diseñadas por Horace Mann y
Barnard Sears Harper de la Universidad de Chicago y por Thorndyke de la Escuela
Normal de Columbia y otros hombres para ser instrumentos de la dirección
científica de las masas. Las escuelas están diseñadas para producir, a
través de la aplicación de fórmulas, seres humanos estandarizados cuyo
comportamiento pueda ser predecible y controlado.
En gran medida, las escuelas han cumplido su
objetivo. Pero nuestra sociedad se está desintegrando, y en esta sociedad,
sólo las personas exitosas son auto-suficientes, seguras en sí mismas e
individualistas – porque la comunidad de vida que protege al dependiente y al
débil está muerta -.
Lo que produce la escuela es, como dije,
irrelevante. Las personas bien-escolarizadas son irrelevantes.
Pueden vender películas y hojas de afeitar, recoger
papel reciclado o hablar al teléfono en líneas de teleoperación, o sentarse
estúpidamente delante de un terminal de ordenador pero como seres humanos
son inservibles. Completamente inservibles para los demás y para si mismos.
La miseria diaria a nuestro alrededor está causada
en gran medida por el hecho de que – tal y como Paul Goodman lo estableció hace
treinta años- forzamos a los niños a crecer en el absurdo. Cualquier reforma
de la escolaridad tiene que tratar con elementos absurdos en su naturaleza
intrínseca.
Es absurdo y anti-vital ser parte
de un sistema que te obliga a sentarte en lugares recluidos para gente de la
misma edad y clase social que tú. Ese sistema te aparta radicalmente de la
inmensa diversidad de la vida y de las sinergias de la variedad, de hecho te
castra tu propio ser y futuro, acoplándote a un presente continuo de igual
forma a como lo hace la televisión.
Es absurdo y anti-vital ser parte de un sistema que
te obliga a escuchar a un extraño leyendo poesía cuando lo que realmente
quieres es construir casas, o sentarte a discutir con un extraño sobre la
construcción de casas cuando lo que realmente quieres es leer poesía.
Es absurdo y anti-vital moverte de aula en aula al
sonido de una sirena durante todos los días de tu infancia natural en una
institución que no te permite ninguna privacidad y que incluso te la quita en
el santuario de tu propia casa pidiéndote que hagas tus “deberes”.
“¿Cómo aprenderán a leer?” dirán algunos y mi
respuesta es “Recuerda la lección de Massachussets” . Cuando los niños reciben
experiencias completas en vez de las graduadas en aularios, entonces aprenden a
leer, a escribir y cálculo con total facilidad si esas cosas tienen sentido en
el ambiente vital que les rodea.
Pero recordad que en los Estados Unidos casi nadie
que lea, escriba o sepa cálculo tiene mucho respeto. Somos una tierra de
charlatanes, pagamos mejor a los charlatanes y les admiramos, así que nuestros
hijos hablan constantemente, siguiendo el modelo de la televisión y de sus
profesores.
Es muy difícil enseñar incluso lo más “básico”
porque ya no son “básicos” en la sociedad que hemos creado.
Dos instituciones controlan a día de hoy la vida de
nuestros hijos: la televisión y la escuela, por este orden. Ambos reducen el
mundo real de sabiduría, fortaleza, templanza y justicia hacia una abstracción
sin final y sin frenos.
En los siglos pasados los niños y adolescentes
estaban ocupados en trabajo real, caridad real, aventuras reales, y en la
búsqueda real de maestros que pudieran enseñarnos lo que realmente queríamos
aprender.
Mucho tiempo se pasaba en desempeños comunitarios,
practicando el afecto mutuo, el entendimiento y estudiando cada nivel de la
comunidad, aprendiendo cómo hacer una casa, y docenas de otras tareas
necesarias para convertirse en un hombre o mujer íntegro.
Pero aquí está el cálculo del horario que dispone
cualquier niño de los que enseño:
·
De las 168 horas que tiene la semana, tienen que
dormir 56
·
Lo que les deja 112 hora a la semana en las que
formarse
·
Ven unas 55 horas de televisión a la semana de
acuerdo a informes recientes
·
Lo que les deja 57 horas a la semana en las que
crecerse
·
Tiene que ir a la escuela unas 30 horas a la
semana, usando unas 6 horas en prepararse, ir y volver a casa, y gastan una
media de 7 horas a la semana en deberes- en total hacen 45 horas
·
Durante este tiempo, están en constante vigilancia,
no tienen tiempo ni espacio privado, y son reñidos si tratan de acoplarse
individualmente al uso de espacio y tiempo
·
Eso deja 12 horas a la semana para crearse una
conciencia de si individualizada
·
Por supuesto que mis alumnos comen también, y eso
añade algo de tiempo – no mucho, porque hemos perdido la tradición de la comida
familiar, por lo que si quitamos 3 horas a la semana para cenas
·
llegamos a la cantidad neta de tiempo privado para
cada niño de 9 horas a la semana
No es suficiente, ¿verdad?. Cuanto más rica es la
familia del niño, menos televisión que ve pero más tiempo que tiene dirigido
por una oferta más amplia de entretenimientos comerciales y su inevitable
inclusión en una serie de áreas de formación complementaria raramente a su
libre elección.
Y todas estas cosas son
curiosamente una forma más solapada de crear seres humanos dependientes,
incapaces de llenar su tiempo libre, incapaces de iniciar senderos que le den
un significado sustancioso y feliz a su existencia.
Es una enfermedad nacional, esta dependencia y falta de objetivo, y creo que la escolarización, la televisión y las lecciones – toda la idea Chautauqua- tiene mucho que ver con ello.
Es una enfermedad nacional, esta dependencia y falta de objetivo, y creo que la escolarización, la televisión y las lecciones – toda la idea Chautauqua- tiene mucho que ver con ello.
Pensad en lo que nos está matando como nación
·
drogas narcotizantes
·
competición desenfrenada
·
sexo recreacional
·
la pornografía de la violencia
·
juego, alcohol
·
y la peor pornografía de todas – vidas dedicadas a
comprar cosas, la acumulación como filosofía –
todas ellas son adicciones de personalidades
dependientes, y eso es la marca que deja inevitablemente la escolarización.
Quiero contaros el efecto que produce en los chicos
el quitarles todo su tiempo – tiempo que necesitan para desarrollarse – y
forzándoles a gastarlo en abstracciones. Tenéis que escuchar esto, porque
ninguna reforma que no ataque estas patologías específicas no serán más que un
mero lavado de cara.
·
1. Los niños a los que enseño son indiferentes al
mundo adulto. Esto desafía la experiencia de miles de años. Un observación
intensiva de lo que “los mayores” hacían siempre fue una de las más excitantes
ocupaciones de los jóvenes, pero nadie quiere crecer ahora, ¿y quien les puede
culpar de ello? Nosotros somos los juguetes.
·
2. Los niños a los que enseño ya apenas sienten
curiosidad y la poca que muestran es transitoria, no pueden concentrarse
durante mucho tiempo, incluso en lo que quieren hacer. ¿Podéis ver la conexión
entre las sirenas sonando una y otra vez para cambiar de clase y este fenómeno
de atención evanescente?
·
3. Los niños a los que enseño tienen un pobre
sentido del futuro, de como el mañana está indefectiblemente unido al presente.
Como dije antes, viven en un presente continuo, el preciso momento en el que se
encuentran es el límite de su conciencia.
·
4. Los niños a los que enseño son ahistóricos, no
tienen conciencia de cómo el pasado ha dado forma a su propio presente, limitando
sus elecciones, moldeando sus valores y sus vidas.
·
5. Los niños a los que enseño son crueles entre si,
muestran falta de compasión ante los infortunios, ríen las debilidades, y
muestran desprecio por aquellos que muestran necesidad de ayuda demasiado
abiértamente.
·
6. Los niños a los que enseño se encuentran
intranquilos ante la intimidad y la franqueza. No soportan una verdadera
intimidad debido a una costumbre de por vida de guardar los secretos dentro de
si mismos por lo que van formando su personalidad a base de trozos y partes de
comportamiento prestados de la televisión o adquiridos para manipular a sus
profesores. Puesto que no son ellos quienes dicen ser, el disfraz se les cae en
la intimidad por lo que las relaciones íntimas deben ser evitadas.
·
7. Los niños a los que enseño son materialistas,
siguiendo la estela de sus maestros que materialistamente “gradúan” todo -y sus
tutores televisivos que ofrecen todo lo imaginable “gratis”.
·
8. Los niños a los que enseño son dependientes,
pasivos, y tímidos ante la presencia de nuevos desafíos. Esto es a menudo
ocultado mediante actos de bravuconería, mediante enfados y agresividades que
en el fondo solo expresan un vacío sin fortaleza interior.
Podría hablar de otras cuantas condiciones que una
reforma de la escolarización tendría que afrontar si nuestro declive nacional
pretendiera detenerse, pero por el momento ya habéis comprendido mi postura,
tanto si estáis de acuerdo con ella como si no.
Puede que sean las escuelas las
que causen estas patologías, o la televisión, o ambas. Es una simple cuestión
de aritmética, entre escuela y televisión todo el tiempo que los chicos tienen
libre es absorbido por ambas. Eso es lo que destruyó la
familia americana, que ya no es más un factor en la educación de sus propios
hijos. Televisión y escuela, ahí debe buscarse a los responsables.
¿Qué hacer? Necesitamos un feroz
debate nacional que no decaiga, día tras día, año tras año. Necesitamos gritar
y discutir sobre este modelo de escuela hasta que se arregle o se retire de la
circulación para su reparación, una cosa u otra.
Si podemos arreglarlo, de
acuerdo; si no podemos, entonces el éxito del movimiento de “escuela en casa”
muestra una vía alternativa con futuro prometedor. Poner el
dinero que ahora gastamos en escolarización, hacia la educación en la familia
podría matar dos pájaros de un tiro, reparar las familias al tiempo que
reparamos a los hijos.
Una reforma genuina es posible pero no debería
costarnos nada. Necesitamos volver a pensar en las premisas fundamentales de la
escolarización y decidir qué es lo que queremos que los niños aprendan y por
qué.
Durante 140 años esta nación ha tratado de imponer
objetivos de arriba a abajo desde los altivos puestos de mando centrales
conformados por “expertos”, una élite central de ingenieros sociales. No ha
funcionado. No va a funcionar.
Y es una gran traición a la promesa democrática que
hizo en su dia de esta nación un noble experimento.
El intento soviético de crear una república
platónica en el Este de Europa ha sucumbido ante nuestra vista, nuestro propio
intento de imponer el mismo tipo de ortodoxia centralizada utilizando las
escuelas como un instrumento también se está resquebrajando, solo que mas lenta
y dolorosamente.
No funciona porque sus premisas fundamentales son
mecanicistas, anti-humanas, y hostiles a la vida familiar. Las vidas pueden ser
controladas por la maquinaria educativa pero siempre se revolverán con las
armas de la patología social: drogas, violencia, auto-destrucción, indiferencia
y todos los síntomas que veo en los niños que educo.
Ya es hora de que miremos hacia atrás para recobrar
una filosofía educacional que funcione. Una que me gusta especialmente fue la
favorita de las clases dirigentes europeas durante miles de años.
Utilizo tanto de ella como me lo permite mi
condición de profesor, es decir, tanto como puedo dentro de la institución de
la escolarización obligatoria. Creo que funciona tanto para los niños pobres
como para los ricos.
En el núcleo de este sistema de educación para las
élites está la creencia de que el auto-aprendizaje es la única base del
verdadero aprendizaje. En cualquier sitio en este sistema, a cualquier edad,
encontrarás acuerdos para colocar al niño solo en un punto no definido y con un
problema que resolver.
Algunas veces el problema lleva implícito grandes
riesgos, como el problema de cabalgar un caballo o hacerlo saltar, pero eso,
claro, es un problema satisfactoriamente resuelto por miles de niños de la
élite antes de cumplir diez años.
¿Podemos imaginar a alguien que haya superado tal
desafío que alguna vez le faltara confianza en su habilidad para hacer algo?. A
veces el problema es un problema de superar la soledad, como hizo Thoreau en
Wald en Pond o Einstein en Suiza.
Uno de mis antiguos alumnos, Roland Legiardi-Lura,
aunque huérfano de sus dos padres y sin herencia, cogió una bicicleta y
atravesó solo los Estados Unidos cuando apenas había superado la niñez.
No nos puede extrañar entonces que ya siendo un adulto,
decidiera hacer una película sobre Nicaragua, aunque no tuviera dinero ni
experiencia previa en la realización de películas, y que ganara un premio
internacional, aunque su trabajo regular fuera el de carpintero.
Ahora estamos hablando todo el rato de que nuestros
jóvenes necesitan desarrollar auto-conocimiento. Ya basta de tanta
charlatanería.
Tenemos que crear experiencias
escolares que devuelvan a los niños su tiempo, necesitamos confiarles desde una
edad temprana con independencia de estudios, quizás programado desde el colegio
pero que tenga lugar fuera de la institución educativa.
Necesitamos crear un curriculum
donde cada niño tenga la oportunidad de desarrollar su individualidad y su
auto-confianza.
Hace poco cogi setenta dólares y envié a una niña
de doce años de mi clase con su madre – que no hablaba inglés – en un autobús
hacia la costa de New Jersey para encontrarnos con el jefe de policía del
distrito de Sea Bright para comer y disculparnos por contaminar la playa con un
casco de Gatorade.
A cambio de esta disculpa pública habíamos quedado
en que el jefe de policía le enseñaría el trabajo de un policía de barrio
durante un dia cualquiera.
Unos días después, dos más de mis alumnos de doce
años viajaron solos a la Calle West First desde Harlem donde empezaron el
aprendizaje con un editor de periódicos, la siguiente semana tres de mis
alumnos se encontraban en mitad de los muelles decarga de Jersey a las seis de
la mañana, estudiando la mente del presidente de una compañía de transporte por
carretera que despachaba trailers hacia Dallas, Chicago y Los Ángeles.
¿Pertenecen estos chicos “especiales” a algún
programa” especial”?. Bueno, en cierto modo si, pero nadie sabe sobre este
programa salvo los chicos y yo.
Solo son buenos chavales de Harlem, brillantes y
alertas, pero tan mal escolarizados cuando me los encontré que la mayoría de
ellos no sabían sumar o restar cantidades. Ni uno de ellos sabía la población
de Nueva York o cuan lejos está Nueva York de California.
¿Eso me preocupaba? Por supuesto, pero tenía
confianza en que según iban ganando confianza en si mismos también se
convertirían en sus propios maestros, y solo la auto-enseñanza tiene un valor a
largo plazo.
Tenemos que devolver a los niños
tiempo libre desde ya mismo porque esa es la clave para el auto-aprendizaje, y
debemos re-introducirles en el mundo real tan rápido como sea posible para que
el tiempo libre pueda ser gastado en algo más que abstracciones.
Es una emergencia, requiere una drástica acción de
corrección -nuestros niños están cayendo como moscas dentro de la institución
escolar, ya sea buena o mala, no importa. Es irrelevante.
¿Qué más necesita un sistema escolar
re-estructurado?
Necesita que deje de ser un
parásito del trabajo de la comunidad en la que se inserta. De todas
las páginas escritas en la contabilidad de la historia, solo existe una entrada
donde se recluya a nuestros jóvenes y no les pidamos nada de ellos al servicio
del bien común.
Llego incluso a creer que necesitamos hacer de
los servicios a la comunidad una parte importante de la enseñanza escolar.
Además de la experiencia
enriquecedora que supone trabajar de forma no egoísta, es la forma más rápida
de dotar a los jóvenes de responsabilidades reales en la vida corriente.
Durante cinco años manejé un programa escolar
“autónomo” donde cada niño, pobre y rico, listo y no tan listo, tenía que dar
320 horas de trabajos o servicios a la comunidad.
Decenas de estos niños volvieron años después, ya
crecidos, y me contaron que la experiencia de ayudar a alguien les había
cambiado sus vidas.
Les había enseñado a ver desde otra perspectiva, a
repensar metas y valores. Ocurrió cuando tenían trece años, durante el programa
de practicas de Laboratorio, y solo fue posible porque el distrito escolar rico
de al lado estaba en reestructuración.
Cuando volvió la “estabilidad” , el laboratorio
común cerró. Fue una experiencia muy satisfactoria con un grupo de jóvenes
bastante heterogéneos, a un coste demasiado bajo, como para permitir que
continuara.. .
Estudio independiente, servicios
a la comunidad, aventuras y experiencia, largos periodos de privacidad y
soledad, un millar de diferentes formas de aprendizaje, una por día o más
tiempo – estas son medidas potentes, baratas, y efectivas de empezar una reforma
real de la escolarización.
Pero ninguna reforma a gran escala va a funcionar
de forma que permita recuperar a nuestros jóvenes ya dañados ni a nuestra
sociedad enferma hasta que impongamos abiertamente la idea de que la escuela
debe incluir a la familia como motor principal de la educación.
Si utilizamos la escolarización para separar a los
hijos de los padres – y no nos engañemos, esa fue la principal función de las
escuelas desde que John Cotton lo anunciará como el propósito de las escuelas
de Bay Colony en 1650 y Horace Mann lo enunciara como el propósito de las
escuelas de Massachussets en 1850 – vamos a continuar con el espectáculo de
horror que tenemos ahora.
El “Curriculum de la Familia ” está en el corazón
de cualquier buena vida. Nos hemos alejado de ese curriculum; es hora de volver
a ello.
La forma de devolver la salud a la educación es que
nuestras escuelas se liberen del dominio absoluto de las instituciones sobre la
vida familiar, es promocionar durante el tiempo de escolarización confluencias
de padres e hijos que fortalezcan los lazos familiares. Ese fue mi fin último
cuando envié a la chica y su madre al distrito de la costa de Jersey para
encontrarse con el jefe de policía.
Tengo muchas ideas para formular un curriculum
familiar y estoy seguro que muchos de ustedes también las tienen.
Nuestro mayor problema en conseguir que una vez
popularizada esta forma de pensar pueda el sistema educativo ser reformado ya
que tenemos unos intereses creados que se apropian de antemano de estas ideas para
continuar con la escuela como está, a pesar de la utilización de una retórica
aparentemente contraria.
Tenemos que exigir que nuevas
voces y nuevas ideas sean escuchadas, mis ideas y las vuestras. Ya hemos tenido
un amplio repertorio de voces muy autorizadas y con eco en medios escritos y
televisión; una década de debate para todos es lo que se necesita ahora, no más
opiniones de “expertos”.
Los expertos en educación nunca
han tenido razón, sus “soluciones” son costosas, auto-complacientes, y siempre
requieren mayor centralización. Ya hemos visto los resultados.
Es hora de volver a la democracia, al
individualismo a la individualidad y a la familia.
Ya dije lo que quería decir. Gracias.
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